12 octubre 2007

Día de duelo y de esperanza para los pueblos aborígenes

Los representantes de los pueblos originarios de la provincia de Santa Fe conmemoraron ayer el día previo al 515º aniversario de la llegada de Cristóbal Colón a tierra americana como “una jornada de dolor”, pero también destacaron que están “llenos de esperanzas”, según expresaron los panelistas indígenas que participaron de las jornadas de los contrafestejos al 12 de octubre, que se llevan adelante todos los jueves de octubre en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia. En esta oportunidad el encuentro convocó a consejeros del Instituto Provincial de Asuntos Indígenas (Ipas), representantes de las comunidades mocovíes, tobas y kollas que habitan territorio santafesino. Cabe destacar que el Ipas eligió sus representantes en una asamblea constituyente en junio pasado y será a futuro el organismo –creado por ley– encargado de diseñar las políticas de integración, asistencia y devolución de tierras para las comunidades. La expectativa es grande pero los dirigentes advierten que “se deben cumplir los compromisos asumidos” en referencia al gobierno provincial saliente como al electo, “para no defraudar a las comunidades”.El 11 de octubre es considerado por los pueblos originarios de América como el último día de libertad, razón por la cual se lo ha designado Día de la Reafirmación de las Culturas Originarias y de la Americanidad.“Este es un día muy triste, es cómo el último grito de vida de los pueblos originarios. Y después de más de 500 años todavía no tenemos cabida en la sociedad”, sentenció Juan Calisaia, un consejero kolla nacido en Jujuy, que vive en Firmat. “Agradecemos a los jóvenes que cada vez más se vienen preguntado por nosotros, investigan, aunque no se vea en los grandes medios masivos”, destacó el hombre.Por su parte, Lorena Lerati, una joven de 24 años, representante de la comunidad mocoví de Marcelino Escalada, departamento San Justo, contó que en ese poblado rural del centro provincial, conformado por 2 mil habitantes, vive una comunidad aborigen de más 500 personas. “Tenemos los mismos problemas que muchas de los pueblos indígenas y la principal demanda es por trabajo y tierra”, dijo la mujer. “Para mí la experiencia como dirigente es todo un aprendizaje: empecé a los 19 años a participar en Ocastafé (Organización de Comunidades Aborígenes de Santa Fe), y entonces era la única. Hoy cada vez participan más jóvenes de la comunidad porque saben que hay que luchar para conseguir cosas esenciales, como educación y salud”, contó. Además, la consejera mocoví destacó el trabajo de recuperación de los valores culturales propios: “Nuestro idioma se ha ido perdiendo pero en los últimos años se viene intentado rescatarlo a través de la integración de los ancianos con los jóvenes. También se han rescatado fiestas como la del año nuevo que para nuestra cultura se conmemora el 30 de agosto”.En tanto, Rufino Vázquez, consejero de la comunidad mocoví El Palmar, ubicada en la localidad de Verna, departamento de General Obligado, consideró que “como en todo el país existe una falta de atención a los pueblos aborígenes”. “Sigue existiendo una gran discriminación, lo que se ve reflejado en los graves problemas alimentarios y de salud que sufren nuestros niños y ancianos”, añadió.Sobre el rol que puede llegar a cumplir el Instituto Provincial Aborigen, advirtió que lo principal es que se cumpla el compromiso del gobierno que avanzó en la consititución del Ipas con la elección de autoridades en junio. “Nosotros no vamos a bajar los brazos porque representamos a nuestra gente y no queremos que se creen falsas expectativas, y esperamos confiados en la continuidad del proyecto por parte del nuevo gobierno”, dijo Vázquez.Por su lado, Carlos Mancilla, representante de la comunidad toba de Las Lomas de la ciudad de Santa Fe, coincidió con su par mocoví sobre la necesidad de que se cumplan los compromisos para que se complete el funcionamiento del Ipas como un lugar desde donde se le dé mayor importancia a los pueblos originarios. Los dirigentes fueron parte del panel organizado por la Secretaría de Cultura de la Municipalidad en el marco de las jornadas que continuarán el próximo jueves 18 de octubre a las 19 con la proyección del video “Maestra de la Puna” y la disertación de Patricia Mamani del pueblo Quechua y Santos Valdiviezo del pueblo Kolla, y la actuación de un grupo de danza. En tanto, el 30 de octubre a la misma hora disertará el escritor y periodista Osvaldo Bayer sobre la persistente lucha por las tierras, la cultura de los pueblos aborígenes, y Amanda Solís Colihueque (pueblo mapuche); y la actuación de Ramón Villalba.

09 octubre 2007

Archivo digital en clave qom



Un grupo de jóvenes tobas que nació y habita el barrio de Rouillón al 4300 está empeñado en rescatar historias, costumbres, leyendas y vivencias de su pueblo, con la intención de afianzar las marcas de identidad que suelen quedar veladas en los procesos migratorios como el experimentado por la comunidad aborigen local. Junto a un grupo de “blancos” liderado por una antropóloga y a partir de varios talleres que se iniciaron en 2005, se originó el proyecto Biblioteca Popular Étnica Qomlaqtaqá, un archivo digital sonoro, fotográfico y textual que documentará parte de una cultura caracterizada por la tradición oral.Con la intención de que “la riqueza cultural le gane la batalla a la pobreza material” que suele marcar a los pueblos originarios, la antropóloga Marcela Valdata emprendió un camino que fue trazado por los propios miembros de la comunidad. “Ellos mismos fueron quienes empezaron a preguntarse sobre aquellas cosas que empezaban a perder de su cultura en momentos en que la migración a la gran ciudad los había puesto en contacto con una mayor posibilidad de adquisición de bienes materiales. De alguna forma, en ese proceso empezaron a pensar con cuántas riquezas culturales contaban”, explicó, para luego puntualizar que el grupo de jóvenes que participa en el proyecto nació en Rosario. De ahí la necesidad de volver sobre los propios pasos para conocer y retomar aquellas antiguas tradiciones. Los mismos jóvenes reconocieron a su lengua como una de las marcas de identidad más significativas que debían recobrar. “Es que los chicos que nacieron en la ciudad escuchan hablar qom (la lengua toba) a sus padres y lo entienden perfectamente, pero es algo que sólo tiene sentido en el ámbito doméstico. No ocurre lo mismo en la calle, en la escuela, con otros pares, donde ya no hay posibilidad de intercambio lingüístico. De ahí una de las principales trabas para mantener la tradición oral”, dijo quien además es docente e investigadora en las Escuela de Antropología de las Facultad de Humanidades y Artes de la UNR.Luego del primer taller y de un largo proceso de elaboración que se extiende a la actualidad –y en el que participan la fotógrafa Virginia de la Puente, el ilustrador Maximiliano Toni y Roberto García en la digitalización– se empezaron a tomar los primeros registros orales, entrevistas que se realizaron a las personas más ancianas del barrio. El proceso de creación del libro digital o “biblioteca parlante” incluye varias etapas como escuchar las entrevistas en qom, transcribirlas a un texto escrito a pesar de tratarse de una lengua originalmente oral y también escribir los mismos registros en castellano. “Los mismos chicos pidieron un tercer registro en inglés, un tema que si bien lo tenemos presente no podremos incluirlo en esta primera experiencia por falta de recursos”, aclaró. Con el bagaje del qom como lengua materna, Ruperta Pérez es una de las “informantes” clave del proyecto, es decir, una de las fuentes que atesora valiosa información sobre la comunidad toba, no sólo destinada a transmitir a sus integrantes sino a todas aquellas personas que pretenden conocer la cultura y la historia de un pueblo que desde hace más de cuatro décadas decidió emigrar del Chaco a Rosario. “Desde hace tiempo notamos que docentes, estudiantes o personas interesadas tienen curiosidad por saber sobre nosotros, sobre todo lo que tenemos para contar sobre nuestros ancestros. Sin embargo, siempre nos encontramos con el mismo obstáculo: en Santa Fe no hay bibliografía con información ni material, como sí ocurre en Chaco y Formosa”, afirmó la referente de la comunidad, quien habita el barrio de Rouillón al 4300. Con la referencia obligada e irremediable de que el qom es una lengua oral y no escrita, Ruperta señala la importancia de registrar leyendas, historias, vivencias y cantos que tradicionalmente se difundieron de generación en generación y que ahora necesitan ser rescatados para luego retransmitirse. “Lo que ocurre es que estamos como perdidos en esta gran ciudad –relata– y tal vez la experiencia sea una oportunidad para reencontrarnos, para recuperar parte de nuestra cultura y la dignidad de nuestros jóvenes”. También en la etapa inicial se capacitó a los jóvenes en técnicas fílmicas y fotográficas a medida de que iban apareciendo los temas de mayor interés que surgieron a través de los relatos y las historias de vidas de aquellos miembros de la comunidad que habían migrado. En ese camino los chicos se interesaron por las antiguas costumbres, la forma de relacionarse con la naturaleza, las danzas, los recursos para curar enfermedades a través del uso de hierbas como el walaganic (palo azul) o el torolokik (sombra del toro). Además, los chicos rescataron una serie de cuentos y fábulas originales como la leyenda de tonolec (pájaro sagrado); o del zacaq, “un personaje muy pícaro y envidioso, el zorro, que por querer imitar el águila y volar como ella terminó muy mal cuando una tormenta le mojó las plumas”. Cada sábado, quienes participan en la construcción de la biblioteca digital se reúnen en la cooperativa del barrio Rouillón, lugar que se convirtió en un espacio obligado de encuentro. Entre los integrantes está el hijo de Ruperta, José Alonso, uno de los diez jóvenes del grupo, que tiene 19 años y en 2005 se convirtió en precursor de la idea de la biblioteca. “Con los chicos de nuestra edad nos dimos cuenta de que estábamos muy desinformados sobre nuestra cultura, y la mejor forma de conocerla era consultando a nuestros ancianos, para que nos contaran sus historias”, dijo el muchacho, quien con su cámara recorre las calles del barrio toba para capturar las imágenes que luego se incorporarán al libro digital. “Lo cierto es que las marcas identitarias, aún en los jóvenes que nacieron en la ciudad, son muy fuertes, siempre afloran. Por más que parezcan invisibles su cultura está presente en forma permanente. Y se observa en la sensibilidad con que algunos de los chicos se expresan, tanto al dibujar como a la hora de sacar fotos, momentos en que siempre se inclinan por la naturaleza, las características del barrio y la dimensión del espacio”, concluyó Valdata.

Por Mariela Mullhal - foto: Héctor Rio
Publicado en EL CIUDADANO
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