07 abril 2007

Crónicas del temporal

Los hombres están solos y les piden a sus mujeres que permanecen en los centros de evacuados junto a sus hijos que “aguanten” un poco más, que esperen, que todavía no es el momento de volver. Desde los centros de evacuados les advierten también que los pronósticos de lluvias siguen al menos hasta el martes. Aún así, algunas mujeres y niños volvieron ayer, con el leve mejoramiento climático, a sus hogares en los barrios mas aliviados. El temor más grande, el posible desborde del Ludueña, había pasado y el nivel del curso de agua descendía. En la zona comercial de Empalme Graneros no todos lo comercios abrieron y muchos vecinos todavía mantenían sus ropas, electrodomésticos y muebles de valor desarmados sobre mesas o tablones altos. En los barrios Industrial, Toba de Travesía y Almafuerte y tobas de Los Pumitas, el agua bajaba lentamente y quedaba expuesto un gran barrial. En Nuevo Alberdi todavía había zonas anegadas totalmente y los barrios bajos de la ciudad como el asentamientos del Mangrullo o la Vía Onda (ver aparte) a los problemas de infraestructura de las humildes viviendas se sumaban la necesidades básicas de alimentación, de reponer colchones y vestimentas secas, entre otras.
El día de ayer se presentó menguante de precipitaciones, con sólo algunas esporádicas lloviznas y hasta unos minutos de sol, lo que animó a algunos evacuados o autoevacuados a emprender el regreso. Pero el panorama seguía siendo desolador. En el barrio toba de Los Pumitas cuyas calles están siempre repletas de niños apenas se veía un puñado de pibes, el resto eran hombres y jóvenes de los cuales la mayoría hace desde el lunes que no se mueven del lugar. Las calles internas de la zona estaban prácticamente incaminables por un barro denso y espeso. “Aquí, (en Cabal cuando se corta en el arroyo) quedaban sólo algunas mujeres y niños que hasta último momento no se querían ir, pero anoche (por el viernes) el Ludueña estaba al borde, daba miedo de verdad, así que subimos a la gente a los colectivos que salieron a eso de las 8 del centro de Salud Juana Zurduy, hacia los centros de evacuados”, contó Oscar de la comunidad Toba.


“Algunos hombres saben donde están su familiares, si en Ñuls o en el Batallón, pero no tienen más noticias. Algunos pocos con (teléfonos) celulares se van comunicando y corriendo la voz porque nosotros no hemos podido salir de aquí desde el lunes”, añadió otro hombre de la comunidad aborigen que tiene a su mujer y a sus ocho hijos alojados en el refugio de evacuados del Club Naútico Avellaneda.
“Mojados y con hambre tuvimos que arreglarnos solos con la ayuda de algunos amigos y de la gente de la zona que nos acercaba algún alimento. Como aquí en el centro Q el agua no entraba y tiene un contrapiso se transformó en un refugio, conseguimos una olla y cocinábamos con lo que teníamos para todos, pero estábamos muy solos y no paraba de llover”, contó otro hombre.


“El problema es que hace desde el martes que los hombres de la zona no pudieron ir a sus trabajos y la mayor parte no pudo ni avisar. Los que cirujean tampoco pudieron salir, no hay un peso y si esto no mejora pronto se complica”, agregó un hombre.
Por su parte, Oscar de la comunidad toba explicó que lo mas importante y difícil es sostener el ánimo de la gente, con sus familias evacuadas y solos frente a la adversidad”.
“Para nosotros que somos tobas es peor porque nuestra gente tiene su forma de ser y muchas veces si se siente maltratada se manda a cambiar o se aísla”, añadió el hombre.
Criollos y tobas perjudicados por la situación esperaban de pie, junto a las puertas de sus humildes casas al borde de un manto de barro, y con la mirada puesta en un cielo negro y amenazante que comenzaba a pintar durante la caída de la tarde.


FOTOS: JUAN JOSÉ GARCÍA
Nota publicada en El Ciudadano:
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